martes, 11 de diciembre de 2007

Los Castillos


Término procedente de la palabra latina castellum, que significa ´fuerte´, el cual a su vez es un diminutivo del vocablo -también latino- castra, que designaba al ´campamento militar fortificado´. El castillo es un lugar fuerte, cercado de murallas, baluartes y fosos, construido casi siempre en un lugar dominante, para la defensa de pueblos o comarcas, o simplemente del señor que vivía en él. En otras ocasiones, los castillos también se edificaban dentro de los núcleos urbanos, dominando así, desde su parte alta, la villa, la cual solía estar también amurallada, formando todo un conjunto defensivo, donde sobresalía el castillo.
Aunque el origen de estas fortalezas se remonta a los tiempos más primitivos de la historia del hombre, los primeros precedentes de la arquitectura castrense se hallan claramente en las fortificaciones de la antigüedad clásica. En estos primeros castillos se alojaban los caudillos y las imágenes de sus dioses y objetos sagrados, lo que confería a estas construcciones un doble sentido: militar y religioso. Al amparo de estos castillos se fueron conformando los diferentes núcleos de población, que con el tiempo constituyeron las primeras ciudades de importancia, tales como Tirinto, Atenas, Tebas, Corinto, Troya, Nicomedia... Para la construcción de estos castillos se requería un terreno elevado, pero cuando éste no ofrecía elevaciones naturales se creaban artificialmente, amontonando tierras y formando grandes terraplenes de hasta veinticinco metros de altura. Las murallas no eran muy altas, por lo que su eficacia defensiva no era la idónea. Por encima de las murallas se construían una serie de torres almenadas desde donde se podía hacer frente al enemigo una vez que éste ya hubiera traspasado las murallas. El foso, muy común en los castillos medievales, sólo se construía en aquellos castillos situados en un llano. Los romanos establecieron a lo largo del limes (frontera) todo un sistema de campamentos militares permanentes. A partir del siglo III d.C. las incursiones bárbaras fueron aumentando considerablemente, por lo que las guarniciones romanas tuvieron que prepararse para resistir los continuos ataques de los pueblos del norte sin poder contar con refuerzos. Debido a esto, los campamentos militares se reforzaron sobremanera, surgiendo así los llamados castillos fronterizos, los cuales sirvieron de modelo para los posteriores castillos medievales. Actualmente las condiciones de conservación de los castillos de la época romana no son óptimas. Sin embargo, sus ruinas permiten concluir que tenían forma regular, eran construidos con piedra y estaban dominados por una torre principal coronada de almenas.
La auténtica edad de oro de los castillos fue, sin lugar a dudas, la Edad Media; destaca sobre todo el período correspondiente al florecimiento del feudalismo. En un principio abundaron las defensas de madera, construidas a base de empalizadas, pero, a medida que se implantaba el sistema feudal, estos castillos se fueron construyendo con piedra, puesto que su finalidad era totalmente militar. El derecho a tener un castillo, con murallas, torre y foso era, en principio, muy limitado y constituía un privilegio que tan sólo concedía el monarca a los más altos dignatarios del reino, ya fueran parientes, alta nobleza o colaboradores próximos. En Francia, desde el año 960, la nobleza logró arrancar al rey la autorización para levantar estas fortalezas, de tal modo que hacia el siglo XIV había construidos

Castillos de España. Características, historia y arquitectura

España es el mejor país para los amantes de los castillos, pues el número de los conservados y su variedad artística, histórica y cronológica es enorme.
La definición para los castillos no es fácil, aunque para que un edificio se considere "castillo" normalmente debe tener:
Recinto más o menos rectangular o que se adapte al terreno
Una torre habitable
Un patio de armas alrededor del cual se disponen diferentes dependencias (Ver foto lateral de Castillo de Medina del Campo)
Esto es aplicable a los castillos cristianos ya que en los musulmanes se prescinde de la torre del homenaje y en el caso de los alcazabas se convierten en verdaderas ciudadelas con multitud de torres y dependencias intercomunicadas.
El castillo es un edificio que responde a la necesidad de defensa en una época marcada por las guerras, las conquistas y las razzias de castigo y pillaje. Por ello comenzaron teniendo un uso práctico y su arquitectura no aspiró a realizar algo bello sino funcional. Con el tiempo, el castillo medieval se convirtió en palacio y con ello apareció el gusto estético.
Los elementos de la arquitectura de los castillos obedece plenamente a las condiciones necesarias para rechazar ataques:
Ubicación en alto. Los castillos medievales aunque podían ubicarse en diferentes lugares (roqueros, montanos, o en llano) preferían especialmente asentarse sobre un alto montículo o roca para evitar una de las formas de ataque del enemigo, el de construir túneles o minas bajo el muro para que su posterior hundimiento crease grietas en los muros. También encaramándose en altura se dificultaba el uso de bastidas o torres de madera móviles usadas por el invasor para saltar al adarve.
Foso y barrera. En caso de no asentarse en alto, solía disponerse de un foso para alejar lo máximo al enemigo. Este foso era completado con cardos de hierro, estacas o cepos para impedir el aso de los caballos. Luego se construía una barrera exterior.
Espesor y altura de los muros. También es lógico que sus muros fueran de gran anchura y consistencia para resistir la percusión de arietes, gatas y los proyectiles lanzados con catapultas. Los muros, además de anchos, eran de gran altura para dificultar el asalto con escalas.
El material usado fue diverso: sillería, mampostería, calicanto, tapial, ladrillo...
Almenas y matacanes. Los muros de la mayoría de las dependencias estaban rematados por almenas. Otro elemento de defensa de los muros eran los balcones amatacanados o espacios salientes del muro, desde los que se tenía una situación alta y privilegiada sobre el enemigo que se agolpa cerca de los muros.
Puertas protegidas. Uno de los elementos arquitectónicos de los castillos más sofisticados eran las puertas. Para su defensa se usaron múltiples sistemas combinados:
Construir matacanes o garitones sobre la misma
Crear saeteras orientadas
Situarlas bajo la torre del homenaje
Forrar la madera con hierro para evitar su incendio
Situarla diametralmente opuesta a la de la barrera
Utilizar trancas en disposición horizontal para evitar su rotura
Acodarla en ángulo recto
Situar un antemuro o barbacana
Torre del Homenaje. Si bien el castillo ha ofrecido múltiples resistencias escalonadas al invasor, el sistema defensivo de su arquitectura no acaba con la entrada al patio de armas. La conquista definitiva terminaba con la toma de la gran torre del homenaje (ver foto inferior del castillo de Arévalo). Para evitarlo, los constructores de castillos recurrían a diversos ingenios, como establecer la entrada desde pisos altos de la muralla y con dificultades de acceso (puente levadizo), la construcción de muro perimetral o camisa, la construcción, de nuevo, de matacanes y cadahalsos de madera para albergar soldados, etc.

sábado, 8 de diciembre de 2007




Encontraremos los restos de una atalaya sobre el cerro próximo a la villa, donde está el depósito de agua. Conserva unos 3 metros de altura, en muro de mampostería de un metro de ancho, con un diámetro interior de 3,5 metros y acceso por la base.
Madoz hace también referencia a una atalaya morisca bastante deteriorada situada sobre la colina al oeste de la villa, dentro de la cual encontraremos la iglesia de San Juan Bautista, de estilo gótico, y la ermita de Ntra. Sra. del Camino, además de las ruinas de otra.
Pero si algo hay que destaca especialmente en esta villa es la fiesta de La Barrosa, que se celebra el martes de carnaval, de muy antiguos orígenes paganos (mitos romanos de Mitra y Atis según el estudio y detallada descripción de Antonio Ruiz Vega, Revista de Soria núm. 12, pg. 47-50). Un joven de la localidad, ataviado de un traje blanco y con sombrero de ala ancha, maneja un artefacto en forma de toro engalanado que hace distintas "fechorías" por la población, y que termina siendo objeto de un sacrificio simulado sobre una tarima agujereada, en la que se riega con vino, que cae por los agujeros sobre una serie de copas especiales que tomarán los asistentes. Posteriormente se celebra una cena sólo con los hombres del pueblo donde se agotará el vino hasta que el cuerpo aguante.
Próximo al pantano de la Cuerda del Pozo, Abejar cuenta con infraestructura turística para convertirse en la puerta de Pinares, desde donde iniciar excursiones a la Laguna Negra y el cañón del río Lobos.